domingo, 31 de mayo de 2015

II. CRONICAS DE UNA APRENDIZ EN MEDITACION

 TAI CHI[1]

 “El hombre sacrifica su salud por dinero, luego sacrifica su dinero por recuperar su salud.
Esta tan ansioso por el futuro que no disfruta el presente; el resultado es que no vive en el presente o en el futuro, vive como si nunca fuera a morir y muere sin haber vivido realmente” Dalai Lama


Hace algunos años me encontraba muy frustrada e inconforme con mi vida, llena de angustia por el futuro, me juzgaba estancada en lo profesional y sin poder definir mi camino para lo porvenir. Fue entonces cuando empecé a practicar Tai chi. Todo empezó cuando un doctor le recomendó a mi madre hacerlo para  disminuir sus dolores articulares y mejorar su movilidad. Así que mi hermana y yo nos dimos a la tarea de buscar un instructor para mi madre y terminamos practicándolo las tres.

El Tai chi es una forma de meditación en movimiento y fue mi primera práctica meditativa en la vida. Consiste en movimientos lentos, controlados y armoniosos que se ejecutan en secuencias denominadas formas y de las cuales aprendí a practicar la forma 24 de la escuela Yang.

Desde fuera uno podría pensar que realizar movimientos corporales lentos no resulta difícil pero en el tai chi se requiere además de lentitud, precisión, gracia y fluidez lo cual demanda toda tu atención y requiere un estado mental de vacío (ausente se pensamientos y emociones) al cual debes conectar todo tu cuerpo.

Por ello, nuestra práctica regular iniciaba con algún ejercicio de respiración y relajación que te permitiera vaciar tu mente. Seguido de algunos movimientos de chi kung orientado a disponer o dejar fluir la energía vital adecuadamente para mejorar el estado físico general y facilitar la práctica de la forma. Aunado a esto, nuestro maestro solía concluir con algún cuento corto o aforismo sobre el cual debíamos meditar y con lo cual se convierte no sólo en un ejercicio físico sino en un ejercicio de carácter mental y a la larga y con la práctica la serenidad que adquieres durante su ejecución se convierte también en un alimento para el espíritu.

Su realización me hizo descubrir que dentro de mi mente siempre agitada e invadida por pensamientos incesantes podía existir calma y armonía, además, esa calma le hacía bien a mi organismo pues disminuía mis dolores musculares y cervicales provocados por el estrés, mejoraba mi estado de ánimo y de alguna manera también clarificaba y ampliaba mi perspectiva de la realidad.

El Tai chi es como una poesía en movimiento, incluso los nombres de las posiciones evocan imágenes poéticas como ‘La grulla blanca extiende sus alas’ o ‘el Anciano abre las puertas del templo’, por poner algunos ejemplos. Aunque desde luego lo más relevante de su práctica es que de alguna forma el vacío mental aunado al control corporal hacen que cada una de las células, nervios, músculos, tendones y huesos de tu cuerpo se conecten entre si y se armonicen. Descubres que todo en ti está conectado y puede alcanzar un estado de equilibrio.

En la actualidad existen muchos lugares donde practicar Tai chi y realizarlo créeme que te traerá incontables beneficios. Te sigo contando mis experiencias meditativas en la próxima edición.






[1] Una forma de arte marcial chino derivada del boxeo largo que involucra movimientos lentos y controlados denominados posiciones y conjuntados en ‘formas’ que van de 24 a 108 movimientos. Puede practicarse a mano vacía, con espada, sable, vara, abanico y lanza. N.A.

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