domingo, 31 de mayo de 2015

SELFIE VS AUTORRETRATO por Herica Pulgarín Hernández



Mirarnos hacia adentro, esa extraña necesidad del ser humano por autorretratarse o por incluir cada vez más una autoimagen a la gran moda de las selfies.

La selfie es definida como un autorretrato o autofoto, término que se comenzó a utilizar a principios del siglo XXI y que se ha ido popularizando como la forma que tienen las personas para mostrar lo que hacen a cada minuto.

El primer autorretrato fotográfico que se conoce
 lo hizo 
Robert Cornelius en 1839
Desde mi posición como artista y docente, cada vez me enfrento más a la disyuntiva acerca de  “¿qué es el autorretrato?” y una forma de dar respuesta es entendiéndolo como un objeto de arte.
Es así, como el autorretrato es, ante todo un desplazamiento que comienza con el Narciso, pasando por la máscara, hasta sacar a relucir el doble oculto que todos tenemos; todo esto para encontrar por fin el objetivo inherente a todo autorretrato, la identidad.

Autorretratarse es realizar un “ritual” de autoexorcismo, dado que es la única forma de encontrar y entender todos esos reflejos que actúan sobre cada uno; es buscar y dejar a un lado todas las máscaras que se han utilizado en una sociedad que no admite un ser sin imagen; es evidenciar ese verdadero doble que ha estado escondido detrás de infinidad de iconografías, aceptadas cada una de ellas de acuerdo al medio y momento social en que se encuentren.

El territorio del autorretrato no es simplemente un rostro, históricamente hemos visto que puede ser cualquier cosa, desde el cuerpo en sí mismo hasta un objeto que puede ser significativo para la persona. Símbolos que pueden llegar a evidenciar una clase social, una forma de vida e ideología.

Fotografía Sally Mann
Se puede hablar de diferentes tipos de autorretrato, desde el primero en 1839 de Robert Cornelius, quien logro un buen daguerrotipo de sí mismo pasando largo tiempo frente a la cámara, hasta los de los artistas como Sophie Calle cuyo territorio sobre el que trabaja son sus propias experiencias, partiendo de la memoria y creando unos relatos autobiográficos con imagen fotográfica y narración literaria; Sally Mann, considera como su autorretrato más próximo, la relación que establece con sus tres hijos y la cotidianidad de una familia en constante cambio; Nan Goldin y un mundo íntimo donde no solo esta ella, sino su percepción de la comunidad homosexual y travestis que habitan ese otro mundo que las sociedades actuales no aceptan, imágenes de personas que también aman, ríen y lloran, todo invocado desde sus autorretratos; Lorna Simpson y el cuerpo de la mujer negra actual como una comarca, testigo de represiones, esclavitud, dominación y sufrimiento, y ese cuerpo con códigos que se establecen en torno a él, moda y tradición; Cindy Sherman y las prótesis que hablan de una mujer y su relación con las personas, pasa de una mujer como objeto de placer a la de una mujer como víctima.
Fotografía Sophie Calle

En fin, todo para convencernos que el autorretrato puede variar tanto como un rostro, un ojo, un dedo o el pliegue más insignificante del cuerpo, desde una madre hasta la mujer más desconocida, desde una habitación hasta un espacio más amplio como la ciudad, o una casa, un patio, un techo….
En últimas, habla de una memoria visual fragmentada, fantasmal, desvanecida, pero que guarda cierta relación con el álbum familiar, la fotografía de la sala, el registro de una ventana, de un objeto casero que pertenece a una geografía íntima, a un mapa interior y que está cargado con la iconografía que da la sensación de las primeras fotos en las manos de un niño, esa textura del papel fotográfico que con los nuevos tiempos ha desaparecido del tacto.

Las nuevas tecnologías, ordenadores, cámaras digitales y móviles han logrado despersonalizar los autorretratos, convirtiendo en una moda viral las selfies donde lejos de ser un verdadero autorretrato, se ha convertido en una forma de mostrar una imagen que es lo más apartado de la verdadera identidad.
Fotografía Nan Goldin

La selfie es una moda y como toda moda pretenciosa, se cree que se está siendo innovador, desconociendo que la primera selfie fue tomada por una adolescente de trece años en 1914, Anastasia Nikolayevna de Rusia. Las selfies del mundo moderno no son más que fragmentos de las personas que se pretende ser, el autorreconocimiento es desplazado por la infinidad de máscaras que día a día se van construyendo.

Anastasia Nikoláyevna de Rusia realiza uno de los
primeros autorretratos de adolescentes.
En últimas, el desafío no es hacer selfies, el verdadero desafío es realizar un infalible autorretrato.

¿Aceptas el reto?




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