“Si la
educación se sigue considerando como una simple transmisión del saber, poco se
puede esperar de ella en cuanto al futuro del hombre ¿pues de qué sirve
transmitir el saber si se descuida el desarrollo total del individuo?… El niño
está dotado de potencialidades ocultas, que pueden encaminarnos hacia un futuro
radiante. Si verdaderamente deseamos un nuevo mundo, entonces la educación debe
tomar como su objetivo el desarrollo de las potencialidades humanas”.
María Montessori
Yo soy alguien que se
formó no sólo en la educación, sino en la Filosofía Montessori. La educación y
filosofía Montessori han sido criticadas muy superficialmente por las personas
que no las conocen. Al haber vivido esta formación desde dentro me hace ver
cuánta razón y fundamento tenían sus ideas, propósitos, pedagogía y filosofía.
Hoy como Psicóloga que se está especializando en niños, más admiro a María
Montessori quién desde hace muchos años pudo visualizar las verdaderas
necesidades de los niños y las necesidades que la sociedad tiene de esos niños,
futuros adultos.
Pudiendo compartir tantos
temas basados en esta Filosofía, hoy me nace escribir de un tema
muy importante y útil hoy: educar para la paz.
Hubo Congresos
Internacionales que la ONU realizó donde María Montessori participó para
destacar la importancia de la educación integral y no sólo académica del niño,
y en esa educación integral se basaba en educar para la paz y no para la
competitividad. El haber vivido la segunda guerra mundial y sus consecuencias,
siento la hicieron sensible a la necesidad de aprender a vivir en paz. Hoy día,
la UNESCO realiza investigaciones y apoyos para la Paz desde una base
Pedagógica, desde la Educación. En estos tiempos se siguen realizando foros
internacionales importantes donde se destaca la educación para la paz y no la
guerra que inició María Montessori.
Cito a María Montessori: “el niño por sí solo ya trae la paz, lo
único que tiene que hacer la sociedad es tratar de conservarla. Por tanto, la
educación debe permitir que esta paz que lleva el niño en su interior aflore y
se desarrolle para garantizar la renovación de la humanidad”
El niño nace
sin necesidad de violentar o competir, estas son dos características que no son
parte del niño, son conductas aprendidas debido al entorno. El niño aprende lo
que vive y desde la escuela se enseña a competir por el primer lugar, por ser
parte de la escolta, por el cuadro de honor, por ser popular; dentro de la
filosofía Montessori no existen tales competencias ya que éstas sólo frustran y
estresan a los niños y lo hacen por complacer a sus papás y tener su
aprobación, mas no por ellos mismos. Fuera de la escuela, la competencia en la
familia también se da. Las redes sociales, la comunicación masiva, la sociedad,
son entornos que fomentan la violencia, no la paz. La razón de vivir en medio
de este caos social es que hemos abandonado la necesidad de vivir en paz. Yo he
escuchado a muchas personas de negocios, pero peor aún, a padres de familia dar
justificaciones para proporcionar a los niños habilidades de competir y ganar.
Muchos padres diciendo: “si te vuelven a pegar, yo te pego a ti” sólo por citar
un ejemplo común que va en contra absoluta de la paz.
La educación
no solamente es en la escuela, sino también en casa, por eso es importante que
la familia sea congruente con lo que se le está enseñando al niño, pues de nada
sirver lo que aprenden en la escuela si sus padres no continúan con esto en
casa, o no son congruentes, pues dicen una cosa y sus actos otra totalmente
diferente; ambos, escuela y casa se complementan.
En la
Filosofía Montessori me enseñaron más que lo académico, me enseñaron cosas tan
básicas como esperar mi turno, respetar a mis compañeros, al medio ambiente y
autoridades, tomar decisiones afrontando las consecuencias que conllevan,
observar, ser organizada, a
trabajar sin parar porque respetaron mi interés, a comunicar lo que siento sin
miedo, a respetar la opinión de los demás sin juicios y mucho menos burlas, a
debatir y defender mi punto de vista, el hábito de la lectura y muchas cosas
más que hoy como adulta, reconozco como necesidades básicas que toda persona
debe satisfacer. Montessori decía que dando sólo conocimientos a los niños, no
se puede pretender que el mundo se transforme, que la educación y formación
debe dar mucho más que eso, debe formar seres integrales. Los “niños
Montessori” nos detenemos a disfrutar la naturaleza y no la violentamos,
tenemos creencias y las respetamos, trabajamos con amor y no por interés,
además claro, de todo el aprendizaje conceptual que nunca limitaron, ya que en
un “ambiente Montessori”, se respeta el interés de aprendizaje de cada niño, se
estimula, los programas académicos oficiales se quedan cortos. Y menciono esto porque
observo a tantos amigos de mi etapa Montessori y mis amigos de otras Filosofías
educativas y tengo un punto de comparación.
La educación
para la Paz, es una educación a partir de los valores, respeto por todos los
seres vivos ya que tienen una razón de existir, a amar a la humanidad por
encima de los intereses propios, a relacionarse con los demás desde el respeto
y no desde la violencia.
El niño a
los 6 años empieza a ser consciente de que vive en comunidad, empieza a
socializar y es una edad muy oportuna para educarle en la moral, a través de
sus cuestionamientos, se puede llevarlo a discernir entre lo justo e injusto.
En esta vida en comunidad, fomentar la ayuda al prójimo, colaborar, esperar,
respetar, que será una conducta que llevará fuera de la escuela, en la
sociedad, país y mundo.
Me da gusto
saber que hoy en día existen muchas más instituciones con este sistema de
enseñanza, conocer y platicar con mamás que tienen el sistema Montessori como
primera opción para sus hijos. Poco a poco, con el paso del tiempo se va
borrando la imagen de que los “niños Montessori” hacen lo que quieren. Me
siento orgullosa de ser parte de la enseñanza de Marìa Montessori y me atrevo a
decir que fue la mejor infancia que pude haber tenido, formé una personalidad
basada en valores. Pienso que si cada niño crece con esta educación integral
viviríamos en la paz que hoy día anhelamos tanto.