viernes, 1 de mayo de 2015

SENTIDO DE VIDA por: Angélica Cortés


¿Alguna vez te has preguntado cuál es el sentido o la misión de tu vida? ¿Para qué estás aquí y ahora? ¿Qué es lo que has venido a hacer a este mundo?
La mayoría nos hemos hecho esas preguntas por lo menos una vez en la vida. Quizá algunos hayan corrido con suerte y  han encontrado respuestas claras a estas interrogantes. Sin embargo, me atrevo a pensar que la mayoría no ha sido tan afortunado. La mayoría vamos tirando paso a paso, sin mucho convencimiento de si lo hecho es lo correcto, enmendando errores, buscando soluciones inmediatas a los problemas diarios y cargando con la neurosis noógena –aquella que surge por carecer de sentido en la vida– que menciona Victor Frankl, el creador de la logoterapia, en su libro ‘El hombre en busca de sentido’ (1962).
El ritmo de la existencia moderna, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gran mayoría debe trabajar arduas jornadas, enfrentarse a largos trayectos para ir y venir de la casa al trabajo y el bombardeo constante de información y estímulos externos, nos impiden hacer un alto y reflexionar sobre el sentido profundo de nuestra existencia. Nos concretamos a trabajar arduamente para pagar las cuentas que se acumulan; conseguir dinero para atender nuestras necesidades básicas como la alimentación y el vestido, sin preocuparnos de las necesidades de los demás. El tiempo restante, si es que lo hay, lo dedicamos a embotar nuestros sentidos con la televisión, los videojuegos, el Smartphone, las redes sociales o cualquier actividad que adormezca nuestro cerebro para evitar la sensación de vacío que habita nuestro ser cuando todas las actividades externas se acallan.
Si en algún momento de tu existencia has experimentado esa sensación de vacío existencial,  quizá sea momento de hacer un alto en el camino y replantearte tu vida, pues sólo encontrando  sentido se puede llenar el vacío y tener una vida más rica y plena.
¿Qué es ese sentido del que hablamos? Victor Frankl nos dice que es ese ‘algo’ por qué vivir es esa finalidad ulterior de nuestra existencia a la que solemos llamar comúnmente  “Misión de vida”. Una misión de vida no es un trabajo que debes hacer para pagar las cuentas de 8 a 5 y de lunes a viernes, ni tampoco es una profesión que hayas elegido estudiar. Es la expresión completa y perfecta de lo que uno es, es decir, es la expresión de nuestro ser genuino y único, dentro de la humanidad en su conjunto. Es un servicio que prestamos a la humanidad, derivado de nuestros talentos y nuestras pasiones más íntimas.
Como parte de ese gran cuerpo humano del que formamos parte, tenemos una función específica que cumplir, una función  que sólo nosotros de manera individual podemos llevar a cabo. Lamentablemente en nuestro tiempo se ha tornado muy complejo cumplir con nuestra misión de vida porque estamos inmersos en un sistema de paradigmas que contribuyen a desviar nuestro hacer cotidiano hacia actividades que no nos llenan y entonces vamos perdiendo la capacidad de reconocer y llevar a cabo nuestra misión.
Si deseamos encontrar y vivir nuestra misión, requerimos llevar a cabo ciertas acciones.
Lo primero que podemos hacer es dejar de pensar que nuestro objetivo de vida es conseguir dinero. Nuestra vida no debe estar regida en términos de urgencias y necesidades materiales, porque ese vivir desde la carencia de cosas es lo que nos engancha en trabajos remunerados, pero no deseados e insatisfactorios. Sí, necesitamos cosas materiales para vivir, pero sería bueno preguntarnos si realmente alguna vez nos ha faltado algo material que en verdad necesitemos. A la mayoría nunca nos ha faltado lo esencial y, sin embargo, el miedo a no tenerlo rige nuestras acciones.
La segunda acción a realizar, después de quitarnos el miedo a no tener lo esencial, es indagar sobre nuestros talentos y pasiones para saber lo que realmente llenaría nuestras vidas. Todos tenemos algún talento o una actividad que al realizarla nos hace felices y nos permite perder la noción del tiempo. Atrévete a redescubrir tus talentos y pasiones.
La tercera acción es buscar la forma de usar esos talentos y pasiones para beneficiar a otros además de a ti, porque una misión de vida debe ser algo que podamos dar a los demás con absoluta convicción y desprendimiento. Sabiendo que si tú no lo haces nadie más podría hacerlo y reconociendo que ser la expresión total de tu ser es bueno para ti y para los demás también.

Mi invitación hoy es para que acalles el ruido exterior y comiences a buscar tu ser donde realmente se encuentra: en ti. 


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