Mi mente tiene un pasatiempo muy recurrente: divagar. Le gusta ir de
una idea a otra y de regreso; trata de profundizar, de desmenuzar, le encanta
analizar, y una vez terminado el análisis, vuelve otra vez a analizar. Es una
actividad algo obsesiva que no es del todo recomendable pero me ha llevado a
aprender algunas cosas, aunque sigo trabajando para manejarla de una mejor
manera. Pero bueno, no es de esto de lo que quiero hablarte, sino del tema que
ha sido materia para la divagación de mi mente en fechas recientes: rendirse vs
seguir luchando. ¿Tú qué opinas? Supongo que es muy probable que te sorprenda
mi consideración con respecto a esta disyuntiva, “obviamente” hay que seguir
luchando siempre, no podemos darnos por vencidos, es fundamental resistirse
hasta el último aliento. Una parte de mis reflexiones me llevan a estar de
acuerdo, pienso que no podemos quedarnos sentados y sólo mirar cómo pasa el
mundo ante nosotros. Pienso que cada quien construye su realidad, su vida, y
parte de ello implica una lucha. Pero por otro lado, a través de algunas
lecturas, ha surgido este divague mental en donde se me ha presentado la idea
de considerar lo contrario: que también es necesario rendirse para no
morir en el intento (por favor toma nota que he dicho: también).
Pienso que desde pequeños nos enseñan a luchar, a competir. La
sociedad funciona en una gran parte bajo este criterio: luchamos por ser más
guapos, más listos, por ganar más dinero, por tener los mejores puestos de
trabajo, por lograr reconocimiento, por tener más “likes” en facebook. Pasamos
gran parte de nuestro día luchando, resistiéndonos. Y la resistencia produce
fricción y la fricción nos lleva al desgaste. ¿Esto es necesario?
Y por otro lado, rendirse no necesariamente significa no seguir
avanzando. Creo que tendemos a relacionar el término de rendición únicamente con
el estancamiento, con la mediocridad y la derrota, pero el significado de esta
palabra está también ligado a la entrega y al respeto. Sólo basta echarle una
mirada al diccionario de la Real Academia Española:
Rendir.
(Del lat. reddĕre, infl. por prendĕre y vendĕre).
1. tr. Vencer, sujetar, obligar a las tropas,
plazas, embarcaciones enemigas, etc., a que se entreguen.
2. tr. Sujetar, someter algo al dominio de
alguien. U. t. c. prnl.
3. tr. Dar a alguien lo que le toca, o restituirle aquello de que se le había
desposeído.
4. tr. Dicho de una persona o de una cosa: Dar
fruto o utilidad.
5. tr. Cansar, fatigar, vencer. U. t. c. prnl. Se
rindió de tanto trabajar.
6. tr. Vomitar o devolver la comida.
7. tr. Junto con algunos nombres, toma la significación del que se le añade.
Rendir gracias, agradecer; rendir obsequios, obsequiar.
9. tr. Mar. Terminar, llegar al fin de una
bordada, un crucero, un viaje, etc.
10. tr. Mil. Entregar, hacer pasar algo al cuidado
o vigilancia de otra persona. Rendir la guardia.
11. tr. Mil. Hacer con ciertas cosas actos de sumisión y respeto. Rendir el
arma, la bandera.
12. prnl. Tener que admitir algo. Se rindió ante
tantas evidencias.
13. prnl. Mar. Dicho de un palo, de un mastelero o
de una verga: Romperse o henderse.
MORF. conjug. c. pedir.
Son a estos significados a los que quiero hacer énfasis cuando hablo
de rendirse, a los relacionados con la entrega y el respeto, como ya lo
mencioné anteriormente. Porque de no hacerlo, estaríamos negando una parte muy
valiosa, y sólo podríamos observar una cara de la moneda.
Además, a lo largo de nuestra vida poco aprendemos y poco nos impulsa para aceptar las cosas
como son. Creo que la palabra clave aquí es precisamente: ACEPTACIÓN. Este significado sintetiza lo que mi mente
aficionada a la divagación, quiere expresar. Rendirnos no necesariamente es un
sinónimo de derrota, sino un primer paso para la transformación y el
crecimiento.
¿Cómo podemos cambiar algo si primero no aceptamos que en ese momento las
cosas son así?
¿Cómo podemos amarnos a nosotros mismos si primero no nos aceptamos
como somos? ¿Cómo podemos amar al otro si primero no lo aceptamos como es?
Una de las lecturas que me ha hecho entrar en esta divagación plantea
que una parte importante de la vida es el dolor, pero cuando no aceptamos ese dolor, se
convierte en sufrimiento. En cambio cuando aceptamos la existencia del dolor,
podemos empezar a sanar.
Existe, creo yo, una línea muy fina entre rendirse y quedar derrotado.
No son sinónimos, como se suele pensar. Rendirse puede ser un gran aliado para
crecer, para mejorar. Como el Ave Fénix, que resurge de sus cenizas. Pero si
confundimos los términos, sí podemos quedar estancados.
Yo sigo luchando, el hábito me lleva a reaccionar de esa manera. Pero
me rindo ante ello, y espero aprender a aceptar la vida como es, y agradecer
mucho por ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario