martes, 11 de agosto de 2015

Tomar la vida entre tus manos


  





Por Angélica Cortés



Hoy quiero hablarte de la toma de decisiones en nuestra vida, y desde luego de la libertad y la responsabilidad que ello conlleva.

"Tomar decisiones es un proceso continuo, pero no siempre te das cuenta de cuándo las estas tomando" dice Un curso de Milagros.  

Para cada cosa que hacemos día a día, requerimos tomar un sinnúmero de decisiones. Si hiciéramos un recuento de todas ellas, sean conscientes o inconscientes, quedaríamos sorprendidos. Me atrevería a decir que nuestra vida se trata por completo de tomar decisiones y ejecutarlas día con día, momento a momento.

Como es un proceso continuo y, a veces no es llevado a la consciencia, no valoramos adecuadamente su trascendencia en nuestra vida. De otra forma no sería comprensible el que seamos, regularmente, tan poco conscientes de las decisiones que tomamos.

A veces somos inconscientes a tal grado que nos parece que sus consecuencias han surgido de la nada, por generación espontánea, o que incluso es culpa de otros lo que ocurre en nuestras vidas y hemos sido perjudicados por ellos sin intervenir en el proceso.

Cierto es que quizá no podamos tener control del total de las circunstancias de nuestra vida, pero lo que si podemos decidir es la forma como reaccionamos ante esas circunstancias. Por más duras que sean, nos dice Vicktor Frankl en su libro El hombre en busca del sentido (Frankl, 2004): “a un hombre no se le puede arrebatar la última de las libertades humanas que es decidir su actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.

De tal forma que, mínima o total, siempre tenemos libertad para decidir lo que hacemos o para reaccionar ante las circunstancias que la vida nos ponga delante. Y decidir algo, sea en el sentido que sea, nos responsabiliza de las consecuencias de esa decisión.  

Lo paradójico de esta ecuación es que, mientras la libertad para tomar decisiones puede estar limitada por las circunstancias, la responsabilidad sobre nuestras acciones siempre es total, lo queramos o lo consideremos justo o no.

Ante esta, en apariencia, desequilibrada ecuación, nuestra inmediata reacción es pensar que, dado que no somos totalmente libres para decidir, no somos tampoco responsables de lo que nos acontece, y así vamos por la vida culpabilizando a todos de los que nos pasa.

Lo malo de esta posición de culpabilizar a otros por lo que nos pasa es que cuando no aceptamos nuestra responsabilidad, negamos también nuestra libertad y nos volvemos entonces juguetes del destino, meros autómatas o, peor aún, ¡víctimas!

Fernando Savater, en su Ética para amador (Savater, 1991) nos cuenta una anécdota sobre el filósofo romano que puede disuadirte de negar tu libertad y que te transcribo aquí para reflexionar:

"En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza. «¡Para, ya está bien, no me pegues más!», le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: «¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático.» Hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza."

Ya me dirás tú qué papel quieres jugar en la vida, pero a mí me parece que es poco grato jugar el papel de autómata o víctima, así que prefiero apostar por la libertad y asumir mi responsabilidad en la vida que quiero vivir.
Si tú, como yo, te decides por la libertad, en algún momento de la vida creceremos, maduraremos y entenderemos que nuestra vida se encuentra absoluta y completamente en nuestras manos. Que nadie, salvo uno mismo, es responsable de los frutos que obtenemos de ella. Y, en consecuencia, haremos lo posible para que todas nuestras decisiones se ordenen en el camino que nos lleve hacia la mayor realización.



¿Te animas a tomar tu vida en las manos o prefieres seguir culpando a otros? 

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